Estar al alcance de un grupo de personas durante unas vacaciones en Costa Rica, preguntándose quiénes son y de dónde son, una gran sonrisa y sensación de hogar me invaden al reconocer que hablan hebreo. Los conozco, pero nunca los había conocido. Entonces, ¿qué es lo que me hace sentir que compartimos algo?
El 7 de enero, decimos יו ה הולדת שמח (Yom Huledet Sameach, «Feliz cumpleaños») a Eliezer Ben Yehuda, el padre del hebreo moderno. La historia de arriba es probablemente el mejor regalo de cumpleaños que Ben Yehuda podría haber pedido. Tenía una visión de un pueblo judío unido por un solo idioma, y aunque sus objetivos podrían haber sido revolucionarios, el proceso que inició fue relativamente simple. De hecho, todo lo que Ben Yehuda tuvo que hacer fue aprovechar uno de los elementos más básicos de nuestra humanidad: el deseo de conectarnos.
Su plan constaba de tres partes. Primero, hacer del hebreo el idioma de instrucción en las escuelas. Segundo, lograr que las familias se comprometan a hablar hebreo en el hogar. De esta manera, la enseñanza de idiomas se convirtió en inmersiva. Fue extremadamente cuidadoso al permitir que su hijo solo escuchara hebreo desde su nacimiento, lo que lo convirtió en el primer hablante nativo de hebreo en la edad moderna. Tercero, proveer a las masas con vocabulario para llenar los vacíos que el hebreo bíblico enfrentó a principios del siglo 20. Estaba decidido a hacer del hebreo la lengua vernácula judía en Palestina, y eso significaba crear nuevas palabras para innovaciones modernas como helado (ללידה) y trenes (רכבת). Ben Yehuda fue la fuerza principal detrás de este increíble cambio cultural, pero nunca podría haberlo hecho solo. El deseo que la gente siente – el deseo que yo siento – de conectarse unos con otros se cumple a través del hebreo.
Al final, el plan de Ben Yehuda fue un éxito: el idioma judío en Israel es el hebreo moderno, algo que me ha afectado personalmente. Desde el momento en que me senté en mi aula de 1er grado aprendiendo el aleph-bet, el hebreo ha sido parte de mí, y a medida que he crecido, mi conexión con él también ha crecido. Para mí, es el idioma de nuestras vacaciones, el idioma de nuestras oraciones, el idioma que hablo con los amigos que conocí en Israel. Fundamentalmente, el hebreo es el idioma del pueblo judío, y me ha permitido conectarme con cada aspecto de mi identidad judía de una manera profunda y especial. A principios del siglo XX, Ben Yehuda soñó con una sociedad judía en la Tierra de Israel que existiría enteramente en hebreo. Su sueño es ahora una realidad. Llevar ese mismo sueño a comunidades fuera de Israel, es decir, en América del Norte, sería el mejor regalo de cumpleaños. Con el logro de Ben Yehuda como inspiración, mi sueño para el mundo judío del siglo XXI es que nos convirtamos en un pueblo unido por nuestra herencia y su expresión viva: el idioma hebreo.