La demencia y sus síntomas se suelen manifestar de forma progresiva, y es más que probable que, en sus primeros momentos, podamos confundirla con olvidos que no tienen mucha importancia, despistes o falta de atención. La progresión de estos síntomas dependerá del tipo de demencia que sufra el paciente y de la persona en cuestión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un síndrome de carácter progresivo cuya singularidad más importante es el desgaste de la capacidad para procesar el pensamiento. Dicho de otro modo, es el deterioro de la función cognitiva que supera las consecuencias del envejecimiento normal. Afecta al pensamiento, a la comprensión, a la memoria, al cálculo, a la orientación, al juicio, al lenguaje y a la capacidad de aprendizaje.
Aunque se habla con mucha frecuencia de demencia senil, esta terminología no es totalmente correcta, porque puede afectar a personas de cualquier edad. Además, hemos de destacar que el Alzheimer afecta a entre el 60 y el 80% de los casos de personas que padecen demencia.
¿Cuáles son las causas más habituales?
De forma general, la demencia suele aparecer en personas que superan los 60 años de edad. Esto quiere decir que el envejecimiento es un factor de riesgo muy importante que debemos tener en cuenta. Está causada por la pérdida o el daño de las células nerviosas junto con las conexiones que tienen en el cerebro. El impacto que tendrá la enfermedad dependerá del área afectada.
Puede ser consecuencia de lesiones o enfermedades que afectan al cerebro de forma secundaria o primaria. Entre las primarias hemos de hablar del Alzheimer, la demencia frontotemporal o la demencia por cuerpos de Lewy.
Por otro lado, las demencias secundarias son las que se derivan de otra enfermedad. La más habitual es la demencia vascular, aunque también podemos encontrar demencias metabólicas, autoinmunes o infecciosas, entre otras.
Primeros síntomas de la demencia
Los síntomas de una demencia abarcan muchos aspectos relacionados con las funciones mentales de los pacientes. De forma general, lo podemos apreciar en el comportamiento emocional o en la propia personalidad. Además de en la percepción, memoria, lenguaje, juicio o pensamiento.
Durante las primeras fases de la enfermedad, la persona que la padece sufre un deterioro cognitivo leve o DCL. Una de sus características es que tiene dificultad para desempeñar varias tareas al mismo tiempo, para tomar decisiones o para la resolución de problemas. Por otro lado, queda patente la dificultad para recordar conversaciones recientes, recuerdos o se puede comprobar cómo se reduce la agilidad mental.
A medida que el trastorno va empeorando, estos síntomas se agravan, pero también pueden aparecer otros nuevos como los siguientes:
– Mayor dificultad para realizar actividades que requieran pensar o para memorizar.
– Se pierden habilidades sociales y se sufren cambios de personalidad que pueden traducirse en comportamientos agresivos o poco apropiados en público.
– Se pierde la capacidad de juicio, lo que va a impedir a quien lo padece conocer la peligrosidad de sus acciones.
– Problemas de comunicación, porque los pacientes pueden tener dificultades para recordar los nombres o los objetos familiares. Esto irá unido a la pérdida del sentido de la orientación, lo que puede hacer que el paciente se pierda con facilidad.
– Alteración en el patrón del sueño. Esto puede derivar en el incremento de padecer delirios o alucinaciones, con el agravante de que este cuadro puede derivar en depresión.
Las personas con demencia y síntomas más graves pueden perder la capacidad de realizar tareas rutinarias como bañarse, comer o vestirse., Incluso pueden dejar de entender el lenguaje o de reconocer a sus familiares. Desde Clínicas Neural te animamos a que contactes con nosotros para el cuidado de tus familiares más queridos.