John Adams quizás encarna mejor la personalidad del republicano ilustrado del siglo XVIII. Nacido en una sencilla familia de agricultores de Massachusetts, dedicó su atención a una variedad de tareas, siempre buscando mejorarse a sí mismo. Sus ideas, formuladas solo después de años de estudio continuo y experiencia como funcionario público, le hicieron sentir querido por los principios de libertad e igualdad. Demostró ser indispensable en la causa de la independencia, y posteriormente en la formación del gobierno de los Estados Unidos. Al final de su mandato como funcionario público, había demostrado ser indispensable para separar a las trece colonias del yugo de Gran Bretaña, guiar al país hacia un gobierno basado en controles y equilibrio, establecer la marina como primera línea de defensa, mantener a los Estados Unidos fuera de las guerras devastadoras de Europa y crear las condiciones saludables para el crecimiento económico. De hecho, la importancia de John Adams como figura política en los primeros años de la república no puede subestimarse.
Una Era Turbulenta de Trastornos Políticos
Sus valores intransigentes y su capacidad para navegar el curso de la moderación durante una era turbulenta de trastornos políticos deben ser venerados. Adams apoyó la independencia, e incluso la revolución contra el Imperio británico, pero aborreció a las turbas que la democracia creó. La reunión de individuos con la intención de dañar la propiedad y la vida era la dirección que Adams deseaba evitar. Tales turbas eran omnipresentes en el Boston que él llamaba su hogar, y la beligerancia de estas multitudes, como lo atestiguaría Adams, convocó el trágico resultado de la masacre de Boston. Como Adams escribiría más tarde en Novanglo, las turbas que abrazaban virtudes igualitarias podrían crear las condiciones propicias para un gobierno tiránico. Los líderes populares, denunció Adams, podrían unir a la gente detrás de la causa de la libertad y los derechos naturales para reparar una queja, «pero han sido pervertidos con mucha frecuencia para el peor de los propósitos.”