En septiembre de 2012, el FBI estaba cavando de nuevo. Como ya lo hicieron en diferentes lugares en las últimas décadas. Esta vez, los federales perforaron las losas de un camino de acceso a una casa en las afueras de Roseville, Michigan, en el enésimo intento por encontrar los restos del líder sindical Jimmy Hoffa, desaparecido en 1975. Como en todas las anteriores, la búsqueda fue infructuosa.
Durante los últimos treinta y siete años han aparecido diferentes pistas sobre el lugar donde se hallan sus restos, casi siempre el soplo de algún individuo que confiesa conocer las circunstancias de su muerte o que quiere promocionar un libro. Durante años los federales han rastreado el fondo de alguno de los Grandes Lagos en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, diferentes casas de Detroit -en los años 1992, 2002 y 2004- o una granja de caballos en el 2006. Por supuesto, han aparecido otras hipótesis como el antiguo estadio de los Gigants, en Nueva Jersey, o la eliminación física del cadáver mediante ácido o incineración.
Hoffa fue visto por última vez el 30 de julio de 1975 en el estacionamiento del restaurante Machus Red Fox, en el área metropolitana de Detroit. Planeaba reunirse con Anthony Provenzano, Tony Pro , un cabecilla del sindicato de camioneros y relacionado con el reputado mafioso Anthony Giacalone, Tony Jack . Minutos más tarde de las 14h, llamó por teléfono a su esposa diciéndole que nadie se había presentado al encuentro. Fue la última vez que se supo de él. El FBI dijo en una nota que la desaparición probablemente estaba relacionada con los intentos de Hoffa de retomar el poder en el sindicato de camioneros (Teamsters) después de salir de prisión, condenado por soborno y coacción a un jurado.
El mismo FBI y otros grupos policiales realizaron una búsqueda exhaustiva pero inútil por encontrarlo. Tras el plazo legal de siete años, en 1982, a instancias de la familia, Jimmy Hoffa fue declarado presuntamente muerto.
James Riddle Hoffa, no deja de ser irónico que su segundo apellido, Riddle, signifique –en una de sus acepciones- misterio, era hijo de un minero del carbón. Nació el 14 de febrero de 1913 en Brasil, Indiana. Su padre murió cuando él tenía siete años y en 1924, la familia se mudó a Detroit. Dejó la escuela a los catorce años para ir a trabajar en unos grandes almacenes. A los veinte organizó una huelga de estibadores de supermercado y ascendió rápidamente en las filas del sindicato de los Teamsters por su estrategia para combinar huelgas, boicots y, a veces, otros medios menos lícitos.
Cuando en 1957 el presidente de los Teamsters, Dave Beck, fue a la cárcel por malversación de los fondos del sindicato, Hoffa, vicepresidente desde 1952, le sucedió en el cargo. El comité de Trabajo del Congreso que investigó las actividades ilegales del sindicato incluía a miembros tan destacados como Joe McCarthy, Barry Goldwater o John F. Kennedy. Además, el abogado jefe de la comisión era nada menos que Robert Kennedy, que se encargó de reunir información comprometedora y descubrió varias irregularidades financieras. En esta época nació el acérrimo enfrentamiento entre Bob Kennedy y Hoffa. Éste no sólo se conformó con donar dinero al candidato republicano Richard Nixon, también apoyó a Lyndon B. Johnson frente a John Kennedy en la lucha por la candidatura demócrata para las presidenciales de 1960.
Ya como fiscal general, Bob Kennedy priorizó la lucha contra el crimen organizado. La dureza de su campaña sorprendió a la mafia que había visto con simpatía la victoria presidencial de Kennedy en 1960 y había ayudado en algunos estados –Illinois y Nevada-. Tampoco se olvidó de Jimmy Hoffa, al que finalmente pudo involucrar junto a más de un centenar de funcionarios y asociados de la Unión de Transportistas en diferentes procesos de coacciones y soborno a miembros de jurados.
En 1964 los Teamsters consiguieron uno de sus mayores éxitos al obtener un único contrato laboral para los transportistas de mercancías. Se convirtieron en uno de los grandes sindicatos del país. Sin embargo la popularidad de Jimmy Hoffa no podía ocultar sus relaciones con líderes mafiosos y personajes oscuros de la política y la sociedad estadounidense. Los procesos iniciados en la época de los Kennedy fueron prosperando, primero fue condenado por obstrucción a la justicia y después por intento de soborno a un jurado federal. Finalmente, en marzo de 1967, Hoffa comenzó a cumplir una condena de quince años de prisión.
En 1971, el presidente republicano Richard Nixon le conmutó la pena con la condición de que no participara en actividades sindicales. Años más tarde se supo que Hoffa había entregado 30.000 dólares en efectivo para financiar la campaña de Nixon a cambio de obtener su libertad condicional. Tras salir de prisión, recorrió el país pidiendo la reforma penitenciaria y hasta su desaparición en julio de 1975 entabló una lucha por eliminar las restricciones que le impedían recuperar el liderazgo del sindicato.
Diversas teorías circularon sobre su muerte desde el momento de su desaparición. La más verosímil apunta a la autoría de la mafia, que pretendía mantener el control sobre las finanzas y la organización de los Teamsters. Según el FBI, cientos de millones de dólares habían sido sustraídos de los fondos de pensiones del sindicato y el regreso de Hoffa suponía una amenaza. También se especuló con que fue Tony Provenzano el organizador del crimen por un enfrentamiento que habían tenido cuando ambos estaban presos en la cárcel de Lewisburg, Pensilvania.
Aunque, sin duda, la más atractiva para los amantes de las teorías de la conspiración es la que relaciona a Hoffa con el asesinato del presidente Kennedy. El mismo New York Post publicó en 1992 que Hoffa, junto a los capos de la mafia de Miami, Santos Trafficante, y de Nueva Orleans, Carlos Marcello, podían haber estado involucrados en el atentado. La macroconspiración, defendida, entre otros, por Oliver Stone en su película JFK, implicaría también a miembros de la CIA y el FBI. En el mismo sentido, la desaparición de Hofffa, que evitó que declarara ante el comité de investigación del magnicidio, coincidió con el asesinato del también mafioso Sam Giancana, relacionado a su vez con los Kennedy y Marilyn Monroe.
No es de extrañar que la desaparición de Hoffa haya inspirado programas de televisión y varias películas de Hollywood, incluyendo FIST (1978), sobre un Hoffa de ficción, protagonizada por Sylvester Stallone; Odio a muerte (1983), una cinta para televisión sobre la persecución de Hoffa por los Kennedy y las oscuras relaciones con la mafia. Y Hoffa (1992), protagonizada por Jack Nicholson y escrita por David Mamet.
La única cosa segura es que el cadáver de Jimmy Hoffa sigue sin aparecer y que la mayoría de las personas que pudieron estar implicadas en su desaparición han muerto. Su caso se ha convertido en una leyenda americana. La revista Time la considera una de las diez desapariciones más notorias de la historia, junto, entre otras, a la de Anastasia Romanov, el bebé de Lindbergh, Amelia Earhart, los tres fugados de Alcatraz, D.B. Cooper o el hippie Abbie Hoffman.
También es seguro que James Phillip Hoffa, hijo del desaparecido y actual presidente del mismo sindicato que dirigió su padre, no puede evitar de vez en cuando el chascarrillo de algún recepcionista de hotel que exclama a sus espaldas: «Oh, por fin apareció».