La serie de conflictos intermitentes entre Francia e Inglaterra que tuvieron lugar durante los siglos XIV y XV no se clasificó como la «Guerra de los Cien Años» hasta 1823. Tradicionalmente, se dice que la guerra comenzó en 1337, cuando Felipe VI intentó recuperar Guyena (parte de la región de Aquitania en el suroeste de Francia) del rey Eduardo III, que respondió reclamando el trono francés, y que duró hasta 1453, cuando los franceses reclamaron la victoria sobre el territorio en disputa en la Batalla de Castillon. Según este cálculo, la Guerra de los Cien Años en realidad duró 116 años.
Sin embargo, el origen de los combates periódicos podría remontarse casi 300 cientos de años antes a 1066, cuando Guillermo el Conquistador, el duque de Normandía, subyugó a Inglaterra y fue coronado rey. Técnicamente vasallo del rey de Francia (como duque de Normandía), el nuevo papel simultáneo de Guillermo como rey de Inglaterra marcó el comienzo de una compleja red de matrimonios dinásticos en los que los descendientes de los reinos francés e inglés podrían reclamar los mismos territorios. Con el tiempo, estas posesiones de ultramar resultaron en enfrentamientos inevitables, y para 1337, la declaración de Felipe VI de que Eduardo III había perdido su derecho a Guyena fue solo el impulso que Eduardo necesitaba para renovar su reclamo al trono francés como sobrino y pariente masculino más cercano del rey Carlos IV, que había muerto en 1328.
Desde la perspectiva francesa, las fechas convencionales atribuidas a la Guerra de los Cien Años (1337-1453) marcaron el comienzo y el fin de las hostilidades inglesas en suelo francés. Sin embargo, los ingleses conservaron la posesión de la ciudad portuaria de Calais hasta 1558 y continuaron reclamando el trono francés hasta que el rey Jorge III finalmente renunció al título en 1800.