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Descripción

Esta es una copia rara de una famosa obra de teatro sobre la moralidad llamada El somonynge de todo hombre, escrita por primera vez a finales del período medieval e impresa hacia 1530.

Generalmente se llama Everyman, por el personaje central: un ser humano ordinario y defectuoso que representa a toda la humanidad. Lucha por alcanzar la salvación en su camino hacia la muerte.

¿Qué es una obra de teatro moral?

Las obras de moralidad fueron populares en la Europa de los siglos XV y XVI. Usaron historias alegóricas para enseñar un mensaje moral, respaldado por enseñanzas cristianas. Los personajes personificaban cualidades abstractas de bondad y maldad, virtud y vicio, que se involucraban en una batalla para ganar el alma de la figura de la «humanidad». Después de ceder a la tentación de los placeres mundanos y del pecado, el humano representativo se arrepintió y fue salvo, justo a tiempo para ir al Cielo.

¿Qué sucede en Everyman?

Como se muestra en su llamativa portada, la obra dramatiza el encuentro de todos con la Muerte antes del juicio final. Dios ve a todos los hombres caminando con su mente en ‘flesshely lustes’, y envía a la Muerte para pedirle un relato de su vida, como un recuento de buenas y malas acciones (A2r–A3r). Todo el mundo trata de conseguir que otros personajes alegóricos, como «Compañerismo» y «Bienes» materiales, se unan a él en su viaje, pero se ve obligado a darse cuenta de que no son de ayuda para él.

En última instancia, el Conocimiento lo dirige a hacer una Confesión, y obtiene el perdón. Pero cuando muere, todo el Mundo se queda solo con sus Buenas Obras para ayudarlo a llegar al Cielo (D3v–D4r).

Morality plays y Christopher Marlowe

Muchos críticos han señalado que el dramaturgo Christopher Marlowe adapta y subvierte la tradición del juego moral en sus obras. En Doctor Fausto y Eduardo II, ambos protagonistas son, como todos, distraídos de las buenas obras por deseos mundanos. Tratan repetidamente de reformarse, y parecen estar atrapados entre buenos y malos consejeros.

Pero, en un cambio radical de la estructura de juego moral, ambos mueren sin salvación. Fausto mantiene su pacto con el Diablo y se lanza hacia la condenación, mientras que Eduardo II es asesinado. También se podría argumentar que tanto Fausto como Eduardo II son individuos excepcionales, a diferencia de los «tipos» representativos en las obras de moralidad.

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